jueves, 9 de agosto de 2012


Corazón roto… ¿panza llena?


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Andrea está en “sus días” y, además, el galán que le encantaba acaba de llegarle a su mejor amiga (¡ex mejor amiga!) Así que vemos a Andrea con un litro de helado, tirada en un sillón frente a la tele, sin ganas de salir ni de ver a nadie…
Esa misma tarde, en un programa la protagonista está muy triste porque rompió con el novio —y, claro, traía su litro de helado. Me dije: ¿qué tiene de especial el litro de helado? ¿Es sustituto del “novio” o de qué? ¿En verdad eso le ayudará a sentirse mejor?
Decidí investigar: todo indicaba que el helado contiene algún ingrediente mágico que hace que los problemas y dolores del corazón desaparezcan —y si era así,  yo también quería. Para experimentar, compré mi litro de helado, me instalé frente a la tele (era importante recrear la escena del crimen) y probé una cucharada.
¡MMMMMMM!
Seguí hasta que descubrí que llevaba casi medio bote y me dolía la cabeza de comer tanto. Me detuve a analizar: el helado no me daba ninguna sensación extraordinaria, ni poderes mágicos. Pero sí llegué a las siguientes conclusiones.
Panza llena, corazón contento
Cuando uno tiene hambre se siente mal, le puede doler la cabeza y se pelea con el que se interponga entre la comida y él (el mismo efecto de cuando se tiene sueño). Es importante no brincarse ninguna comida y comer cuando se siente hambre, comer alimentos sanos y balancear carne, verduras y harinas.
¡Chocolate a mí! ¿O era “llamas a mí”?
Está comprobado que las propiedades del chocolate dejan una sensación de bienestar y euforia. Esto es porque, al comerlo, el organismo segrega unas hormonas llamadas “endorfinas”.
Entonces, sí es cierto que existe el ingrediente mágico y que está en el chocolate, pero este mismo fenómeno se da cuando una se ejercita o está enamorada. Pregúntate: ¿vas a sentirte mejor hasta que te enamores o te comas un chocolate? La verdad, es mejor que el remedio dependa de una —y en este caso, lo más recomendable es ejercitarse.
El verdadero remedio
No tiene nada de malo comerse un rico pastel o un delicioso helado, sobre todo cuando se te antoja. El problema es cuando queremos sustituir al cariño con comida. Muchas veces, cuando nos sentimos tristes,  tendemos a comer compulsivamente. Pero el resultado es todavía peor, ya que “comer por comer” no sólo no nos quita esa sensación, sino que añade culpa y frustración por habernos atascado de comida chatarra que no nos beneficia en lo más mínimo y hasta puede provocarnos un dolor de estómago innecesario.
Conócete mejor y acéptate tal como eres
Las chinas quieren ser lacias; las lacias, chinas; las altas, bajas; las bajas, altas; las flacas, gordas y viceversa. Esto refleja que nunca se está a gusto con lo que se tiene. Para empezar, muchas veces se busca tener un cuerpo como el de la modelo anoréxica aunque nuestra constitución sea otra. A menos que pienses reencarnar en otra persona en tu próxima vida o estés dispuesta a someterte a una cirugía plástica que te cambie hasta la personalidad, lo mejor es que aceptes quién eres y sepas que eres bella y que así, tal cual, te quieren los demás.
Se vale estar triste, contenta, enojada, aburrida…
No siempre puedes estar feliz, o serías un extraterrestre. Todos estamos hechos de emociones y las circunstancias en la vida cambian a cada rato. Estés como estés, aprende a reconocer tus sentimientos y a aceptarlos; si quieres llorar, llora, si tienes ganas de estar sola, adelante. Lo importante es que lo expreses en su momento y que no te guardes el dolor ni el enojo. Después de sacarlo, puedes buscar opciones para sentirte mejor, como recurrir a un buen libro, la compañía de una buena amiga, prima, hermana o mascota, escuchar tu música favorita, dar un paseo en bici o a pie… Hay muchas maneras de dejar atrás el drama y seguir adelante con tu vida. Sólo recuerda que cada experiencia es una oportunidad para crecer y aprender.

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